jueves, 20 de febrero de 2014

Hacer feliz a la mujer

Artículo tomado de la columna Familia 21 del Periódico El Norte

Autor: Jesús Amaya

(16 Febrero 2014).-
En la columna de la semana pasada comentamos que no era lo mismo amar que saber amar.
En su libro Hidden Key of a Loving Lasting Marriage (Las Llaves Secretas para un Matrimonio Exitoso), Gary Smalley identifica las dos causas principales de por qué el matrimonio o una relación amorosa fracasa:
El hombre y la mujer tienen expectativas equivocadas de su pareja. El autor comenta que la mayoría de los hombres no sabe cómo amar a su mujer y hacerla feliz.
Lo peor es que el hombre no está interesado en aprender o al menos cambiar un poco. La mujer está más interesada en hacer crecer su relación. Desconocen las necesidades físicas, emocionales y sexuales de su pareja.
En otras palabras, no saben cómo amar.
En esta columna expondré algunos puntos de cómo amar a una mujer:
La mujer se ama a través del oído. Ella nunca se cansará de escuchar "te quiero" o "eres la mujer más hermosa de todo el mundo". Es común escucharlas decir "¡Viejo, tú ya no me quieres!". El hombre responde "Pero ¿por qué?".
La mujer contesta: "Porque hace 15 minutos no me dices que me adoras".
La palabra es uno de los instrumentos más vitales para hacer feliz a una mujer: susurrar en su oído, recitarles un verso romántico, tararear su melodía favorita o, simplemente, un buen piropo.
La mujer se ama a través del tacto. Ella es 10 veces más sensible al tacto que él: "Viejo, tú ya no me quieres. Ya no me tomas la manita y ya no me abrazas como antes".
Estudios indican que cuando un hombre abraza a una mujer por más de 30 segundos, ella produce oxitocina (hormona del apego emocional). Un buen regalo es darle un masaje empezando por los pies.
También se ama a la mujer al escucharla. Ella tiene una gran necesidad de comunicar sus emociones a través de la conversación. Escucharla la hace sentir que es especial.
Caballeros, los invito a sólo escuchar y no dar soluciones, solamente cuando te lo exija.
Además, la mujer se ama emocionalmente a través de puntos. Cien puntos al año es suficiente, pero, en las emociones, algunas mujeres no suman de forma literal.
Explico: Aniversario de bodas o Día de San Valentín, dos docenas de rosas de regalo. ¿Cuántos puntos valen para ellas? Solamente un punto. Y a veces restan.
¿Qué hay que hacer entonces? Separo las dos docenas de rosas y le regalo una rosa cada semana. Cada rosa vale un punto. El amor de una mujer se construye de detalles:
Una palabra bonita, una nota haciéndola sentir especial, una cena, un abrazo, un beso robado o un "Whatsapp" diciéndole que es una extraordinaria madre, esposa y mujer.
Un hombre que hace sentir a su mujer amada, especial y única la hace una mujer feliz. Les recuerdo que si la mujer es feliz, la familia es feliz.
El autor es Doctor en Educación con 23 libros sobre familia y pareja.
familia21@elnorte.com

CINCO CONSEJOS DEL PAPA FRANCISCO PARA UN MATRIMONIO FELIZ


 1-ES POSIBLE AMAR PARA SIEMPRE: «Hoy en día muchas personas tienen miedo de tomar decisiones definitivas, para toda la vida, porque parece imposible... Y esta mentalidad lleva a muchos que se preparan para el matrimonio a decir: ‘Estamos juntos hasta que nos dure el amor’. Pero, ¿qué entendemos por ‘amor’ ? ¿Sólo un sentimiento, una condición psicofísica? Ciertamente, si es así, no se puede construir encima nada sólido.

En cambio, si el amor es una relación, entonces es una realidad que crece y también podemos decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se edifica en compañía, ¡no solos!.. No querréis construirla sobre la arena de los sentimientos que van y vienen, sino sobre la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios... La familia nace de este proyecto de amor que quiere crecer como se construye una casa: que sea lugar de afecto, de ayuda, de esperanza.

Así como el amor de Dios es estable y para siempre, queremos que el amor en que se asienta la familia también lo sea. No debemos dejarnos vencer por la "cultura de lo provisional". El miedo al “para siempre” se cura día tras día, confiando en el Señor Jesús, en una vida que se convierte en un viaje espiritual diario, hecho de pasos, de crecimiento común».

2-“DANOS HOY NUESTRO AMOR DE TODOS LOS DÍAS, SEÑOR”: «El “para siempre” no es solo cuestión de duración. Un matrimonio no se realiza tan sólo si dura, es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar para siempre es el desafío de los esposos cristianos... En el Padrenuestro decimos "Danos hoy nuestro pan de cada día”. Los esposos pueden rezar así: “Señor, danos hoy nuestro amor de todos los días... Enséñanos a querernos”».

3-LAS REGLAS DE LA CONVIVENCIA: PERMISO, GRACIAS, PERDONA: «La convivencia es un arte, un camino paciente, hermoso y fascinante... que tiene unas reglas que se pueden resumir en tres palabras: ¿Puedo? Gracias, Perdona.

¿Puedo? Es la petición amable de entrar en la vida del otro con respeto y atención. El verdadero amor no se impone con dureza y agresividad. San Francisco decía: “La cortesía es la hermana de la caridad, que apaga el odio y mantiene el amor". Y hoy, en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hace falta mucha cortesía.

"Gracias." La gratitud es un sentimiento importante. ¿Sabemos dar las gracias? En la vida matrimonial es importante mantener viva la conciencia de que la otra persona es un don de Dios. Y a los dones de Dios se dice “gracias”. No es una palabra amable para usar con los extraños, para ser educados. Hay que saber decirse “gracias” para caminar juntos.

“Perdona”. En la vida cometemos muchos errores, nos equivocamos tantas veces. Todos. De ahí la necesidad de utilizar esta palabra tan sencilla, "perdona”. En general, cada uno de nosotros está dispuesto a acusar al otro para justificarse. Es un instinto que está en el origen de tantos desastres. Aprendamos a reconocer nuestros errores y a pedir disculpas. También así crece una familia cristiana».

4-QUE NUNCA TERMINE EL DÍA SIN HACER LAS PACES: «Todos sabemos que no existe la familia perfecta, ni el marido o la mujer perfectos. Existimos nosotros, los pecadores. Jesús, que nos conoce bien, nos enseña un secreto: que un día no termine nunca sin pedir perdón, sin que la paz vuelva a casa. Si aprendemos a pedir perdón y perdonar a los demás, el matrimonio durará, saldrá adelante».

5- EL MATRIMONIO, FIESTA CRISTINA Y NO MUNDANA: «La celebración del matrimonio debe ser una fiesta, pero una fiesta cristiana y no mundana. Lo que hará pleno y profundamente verdadero vuestro matrimonio será la presencia del Señor que se revela y os otorga su gracia. Es bueno que la boda sea sobria y destaque lo que es realmente importante.

Algunos están muy preocupados por los signos externos: el banquete, los trajes... Estas cosas son importantes en una fiesta, pero sólo si indican el verdadero motivo de vuestra alegría: la bendición de Dios sobre vuestro amor. Haced que los signos externos de vuestra ceremonia revelen la presencia del Señor y os recuerden a vosotros y a todos los presentes el origen y la razón de vuestra alegría».

(Del encuentro del Papa Francisco con los novios el pasado día 14).
Queridos amigos, ¡compartan este post con los novios, los recién casados o los matrimonios en dificultad que conozcan! Muchas gracias a todos.

 

miércoles, 19 de febrero de 2014

En la fiesta de San Valentín el Papa Francisco explica a quince mil parejas de novios en la plaza de San Pedro cómo hacer durar un matrimonio.

 2014-02-14 L’Osservatore Romano
Si el amor es «sólo un sentimiento, un estado psicofísico», «no se puede construir sobre ello algo sólido». Pero si «es una relación, entonces es una realidad que crece, y podemos también decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se construye juntos, no solos». Así, el Papa Francisco se dirigió a casi quince mil parejas de novios que, procedentes de más de treinta países, se reunieron en la plaza de San Pedro el viernes 14 de febrero, por la mañana, día de San Valentín. Y esta casa para vivir juntos para siempre, añadió el Pontífice, no se apoya «en la arena de los sentimientos que van y vienen, sino en la roca del amor auténtico, el amor que viene de Dios».

El encuentro del Papa con las jóvenes parejas de novios, fue un auténtico diálogo hecho de preguntas y respuestas, durante el cual el Pontífice trató de trazar el contorno de un modo de vivir juntos, como familia, que, si se quiere feliz y para siempre, se funda en tres palabras: «permiso, gracias y perdón».
«Vivir juntos —explicó el Papa a los jóvenes— es un arte, un camino paciente, hermoso y fascinante. No acaba cuando os habéis conquistado uno a otro. Es más, precisamente es entonces cuando inicia».
«Muchos de los que se preparan al matrimonio —alertó— dicen “estamos juntos hasta que dura el amor”. Y también un seminarista dijo a su obispo “quiero ser sacerdote por diez años”». Ejemplos usados por el Papa para hacer comprender a los jóvenes que «hoy muchas personas tienen miedo de hacer opciones definitivas, para toda la vida». En efecto, vivimos en tiempos que, indicó, «todo cambia rápidamente, nada dura largamente». Pero, continuó, «no debemos dejarnos vencer por la cultura de lo provisorio». Es necesario, por lo tanto, emprender un camino que «tiene normas que se pueden volver a resumir» precisamente en tres palabras, permiso, gracias y perdón. Y explicó el sentido de las mismas. Luego el Papa aconsejó a los novios acerca de cómo rezar juntos. Y recordó la oración que Jesús nos enseñó, el Padrenuestro, en el cual «en lugar del acostumbrado “Danos hoy nuestro pan de cada día”, los novios pueden, es más, deben rezar: “Señor, danos hoy nuestro amor de cada día”».
«El amor auténtico no se impone con dureza y agresividad». Es, en cambio, «la cortesía la que conserva el amor». Lamentablemente, continuó el Pontífice, «hoy en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hay necesidad de mucha más cortesía. Y esto puede comenzar en casa». He aquí, dijo, el secreto del amor auténtico. Y concluyó exhortando a los novios a crecer juntos para dejar a los hijos la herencia «de haber tenido un papá y una mamá que crecieron juntos, haciéndose —el uno para el otro— más hombre y más mujer».